martes, 29 de septiembre de 2009

Primer premio: compartido

"La reina de Juan B. Justo", de Homero Gabriel Molina


A mí no me gustan los putos. Así me dijo. Y a mí no me gustan las viejas chotas. Así le contesté, porque qué se cree. Una película la vida de ella, creéme. Como mil hijos, como mil años. Y las cosas que me dijeron que le pasaron, no te cuento. Algunas que no se las cree nadie, porque a mí no me va a venir con que una parienta se le fue al cielo mientras colgaba las sábanas. Eso me lo dijo para darse corte, porque tiene unos aires de emperatriz… A las otras chicas del geriátrico les cuenta todo, les muestra recuerdos que guarda en una caja, incluyendo unos calzones viejos, rarísimos, como de lona de bolsa. A mí, me ignora olímpicamente. Creo que lo de la parienta fue lo único que me dijo: parecía la Garbo doblada al colombiano, daba risa oírla. Y movía los brazos, como si tuviera unas sábanas entre las manos y el viento se las quisiera robar, y después miraba para arriba y decía adiós con la mano. Si le pasó todo lo que dicen, tiene razón en estar tocada, pobre vieja, después de todo, que no es más que una pobre vieja.

Porque, mi vida, una tiene que ver la desgracia ajena. Y no me vas a decir que vos no tenés nada que contar, qué se cree la Úrsula esa. Porque yo la quisiera ver en una situación como la tuya, mi reina, vos que sí sos una reina de verdad. La reina de la avenida del pulóver, no digas que no. La mejor de Juan B. Justo y sus alrededores, divina. La única. Por eso, la cola de pretendientes que tenés en la vereda. Pasáme la mitad, mi vida. No sé qué esperás para agarrar uno, cuando hay suficiente para elegir. Pero no, ella no, porque se la pasa pensando en ese desgraciado. ¿Hasta cuándo lo vas a esperar? Si hace como veinte años que se fue. Se te está pasando lo mejor de la vida, con ese cutis y esas manos, rosadas como la aurora, mirá que poeta que estoy.

Ay, no. No te me pongas así, que si te ponés así no te digo nada más. Perdoname, mi reina, perdóname. Te juro que no hablo más, que me cierro la boca con cinta como hacen en las películas. Mmmmmmmmm, así me quedo. ¿Ves? Cuando te reís, estás más linda. Y no te preocupes, que ese desgraciado va a volver, y va a ser como en una que vi el otro día en la tele, que llegaba al palacio –porque era un rey, de los de antes- y no lo reconocía nadie, nada más el perro que se cayó redondito de muerto después de lamerle las manos, lo que son los animales. Ah, y una criada lo descubrió por un grano o una cicatriz, no me acuerdo, y él agarró y mató como a doscientos tipos, unos vivos que se le habían instalado en el palacio y le comían todo y se querían quedar con la mujer, que era una santa, y tejía todo el día, para no darles el gusto, y después de un baño de sangre y una carnicería, todo junto, vivieron felices y comieron perdices. Mi reina, que lo tuyo va a ser así, te lo prometo.

Gabriela Urrutibehety, su autora, se presenta: "Soy graduada en Letras (pero de la UBA). Trabajo como docente y periodista. He publicado una novela, Caras extrañas (2001), y, actualmente publico una novela por entregas, SEGURO (UNA NOVELA EN CONSTRUCCIÓN) en esta dirección electrónica: www.gabrielaurruti.blogspot.com."

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gustó mucho. Emanuel

Graduados Letras dijo...

Este cuento pertenece a Gabriela Urrutibehety.
Pueden ver más en
www.gabrielaurruti.blogspot.com

Unknown dijo...

Una joyita impecable: perfecta. La perlita que le faltaba a cualquier cajita de joyas literarias que ande por ahí.

Anónimo dijo...

muy bueno este relato!
saludos y felicitaciones
Josefina